viernes, 3 de mayo de 2013

ANIMALIA


Naces entre lágrimas de cocodrilo,
necesitando que mamá gallina
cuide de su indefenso polluelo,
llevando al extremo la vida del koala:
comer, cagar y dormir.
Y es que, si te encuentras todo hecho,
por qué mover un solo dedo,
como buen perezoso, mejor dejar
que la vida transcurra lenta, sin prisa,
que ya llegará la época en la que
seremos hienas salvajes que todo lo destrozan
y nos jactaremos con irritantes risas
del gordito hipopótamo del colegio,
o del ridículo tamaño del mono titi,
hasta que aparezca una jirafa
con el cuello más grande que nosotros
y nos baje de la nube en la que nos regocijamos.
Una vez ya educados, repitiendo como loros
hasta la saciedad aquello que nos inculcan,
llega el día en que todo pájaro
vuela para abandonar su nido,
y a pesar de ser diminutos gorriones,
nos creemos águilas imperiales
dueñas del firmamento que surcamos,
capaces de enseñar al mundo terrestre
que nacimos para estar arriba,
para vivir lo más cerca posible del sol
y así hacer brillar nuestra majestuosidad.
Pero de repente, nos damos cuenta
de que vivimos en una gran colmena
gobernada por cuatro reinas
que chupan del bote de nuestra miel
a costa del polen de nuestra frente,
y, resignados, aceptamos el hecho
de que estamos atrapados en esta colonia,
que somos dóciles hormigas obreras que llevan
inscrito en su ADN el gen de la esclavitud.
Algunos son cucarachas y moscas
que viven de comer la mierda del resto,
algunas son mantis religiosas
que devoran el corazón del macho cuando ya está preso,
algunos son auténticos depredadores,
tiburones de tierra hambrientos de sangre
que se alimentan de los bancos de miles
de sardinas idiotas e histéricas
que se golpean y se pisotean unas a otras
cuando ven las orejas al lobo,
algunos son tarántulas y arañas
que ponen cebos en sus telarañas
para aprovecharse de los más débiles,
otros eligen la vida de ratas y roedores,
una vida nocturna de oscuridad y placeres,
hasta que la peste infecta la alcantarilla
en la que viven y no les queda otra
que salir a la superficie para no fallecer.
Y es que, cuando estamos a punto
de morir, se enciende nuestra bombilla
y como polillas que se acercan a la luz,
acudimos en busca de nuestro
propio cementerio de elefantes,
porque nadie quiere morir solo.

Bienvenidos a Animalia,
porque eso es lo que somos, animales.
Y es que, citando a George Orwell:
"eran tan parecidos, que ya no podían distinguir
al cerdo del hombre".



5 comentarios:

  1. "al final seguimos siendo monos escalando en la manada"
    buen fin de semana

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  2. pero al final, las ratas y las hormigas observan a la reina y la adoran como si su vida fuera la suya

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  3. Todos ovejitas temiendo los dientes del pastor...

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  4. Somos animales, y algunos lo son mucho.

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  5. Cuánta razón tienes!!!

    Los peores animales que pueblan el planeta.
    Eso somos.

    Saludos.

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